
Con 29 de los 31 partidos con entradas agotadas, cerca de 657.300 espectadores en los estadios y unas fan zonesllenas de vida en el corazón de las ciudades, Suiza despidió la Eurocopa Femenina 2025 como la “edición de los récords”.
El desafío no era menor: la selección anfitriona partía con poco arrastre de público y una liga local poco desarrollada, lo que hacía difícil imaginar estadios llenos durante todo un mes de competición. Sin embargo, el torneo superó todas las expectativas y batió la marca de Inglaterra 2022 (574.875) con 657.291 aficionados, según cifras de la UEFA.
Las zonas de aficionados se convirtieron en auténticos centros de celebración, sobre todo en Basilea, sede de la final y la ciudad con más partidos disputados.
La única sombra llegó por la escasa presencia del presidente de la UEFA, Alexander Ceferin, que solo asistió a un encuentro en la fase inicial y a la final. Nadine Kessler, responsable de fútbol femenino del organismo, defendió su gestión en declaraciones a The Guardian: “No considero justo juzgar su compromiso por los partidos a los que asiste. La gente debería evaluar lo que hemos logrado durante su mandato. Al final del ciclo, la UEFA habrá invertido 1.500 millones de euros en el fútbol femenino”.
En lo deportivo, el torneo fue vibrante: partidos muy igualados, pocos marcadores abultados, remontadas emocionantes y un récord de 106 goles (superando los 95 de 2022). Inglaterra, que acabó coronándose campeona, pasó cuartos, semifinal y final liderando el marcador menos de cinco minutos en total.
Para Suiza, la experiencia fue histórica: a pesar de perder el debut ante Noruega (2-1), el equipo de Pia Sundhage derrotó a Islandia (2-0), empató agónicamente 1-1 con Finlandia para sellar el pase a cuartos y cayó con la frente en alto ante España (2-0), la futura subcampeona.
“Perdimos un partido, pero ganamos mucho fuera del terreno de juego. Es un punto de partida, un despegue para Suiza”, celebró Sundhage, orgullosa del impacto que tuvo el torneo en su país.