
Bilbao se prepara para recibir a más de 50.000 hinchas ingleses este miércoles, cuando el Tottenham Hotspur y el Manchester United se enfrenten en la final de la Europa League en el estadio de San Mamés. La ciudad vasca ha desplegado un amplio operativo de seguridad y logística para hacer frente a la afluencia masiva de seguidores de ambos clubes.
El estadio, ubicado en pleno centro de la ciudad, ha sido rodeado por una valla de tres metros de altura, y se han establecido tres anillos de seguridad que estarán operativos desde la mañana del miércoles. Solo podrán acceder quienes tengan entradas o residan en la zona.
Más de 3.000 agentes de policía participarán en el dispositivo de seguridad. Para evitar aglomeraciones en el centro, se han habilitado zonas de aficionados fuera del casco urbano, equipadas con pantallas gigantes, actividades lúdicas y más de 60.000 litros de cerveza. Además, las autoridades han dispuesto que los seguidores de ambos equipos permanezcan en espacios separados a 2,5 kilómetros de distancia para minimizar el riesgo de incidentes.
Cada afición recibió cerca de 15.000 entradas, mientras que el resto se repartió entre patrocinadores y asistentes neutrales. El título no solo representa un logro deportivo, sino también una vía directa a la próxima edición de la Liga de Campeones.
La capacidad hotelera de Bilbao, limitada a unas 13.000 plazas, se ha visto desbordada, con precios disparados y miles de aficionados alojándose en provincias cercanas como Cantabria, Gipuzkoa o Álava. En paralelo, se reforzaron los controles fronterizos y el aeropuerto de la ciudad prevé triplicar su actividad, incluyendo la llegada de 174 vuelos privados entre martes y miércoles.