
Palmeiras fue demasiado para River, incluso en una serie con dos partidos de matices distintos. La derrota 3-1 en San Pablo selló la eliminación del conjunto de Marcelo Gallardo en los cuartos de final de la Copa Libertadores, con un desenlace doloroso: River rozaba el 2-1 que lo hubiera llevado a los penales, pero quedó expuesto a contraataques que el equipo brasileño resolvió con jerarquía en el tiempo añadido.
El argentino José “Flaco” López volvió a ser decisivo frente a la defensa millonaria: primero provocó un penal y la expulsión de un desbordado Marcos Acuña, y luego liquidó el encuentro con una definición impecable. En los últimos minutos, River mostró más nervios que fútbol, rozando el descontrol disciplinario con empujones y discusiones con la terna arbitral, que obligaron a Gallardo a intervenir para evitar incidentes mayores.
El mal primer tiempo en el Monumental, en el partido de ida, terminó pesando demasiado. Ni la reacción de aquella noche ni la entrega en la revancha ante su gente alcanzaron para revertir la serie. Palmeiras, invicto, mostró oficio y contundencia para sostener la ventaja.
River, en cambio, volvió a quedarse corto en la Libertadores. Desde el regreso de Gallardo hace más de un año y medio, el club lleva invertidos 71,5 millones de dólares en 16 refuerzos, pero aún no encuentra la fórmula. En dos ediciones, no logró superar los cuartos de final: eliminado por Libertad en octavos y ahora por Palmeiras en cuartos. Cuatro partidos, dos empates, dos derrotas, sin finales a la vista.
Gallardo fue autocrítico tras el golpe: “Tenemos que crecer colectivamente y hacernos más fuertes”, resumió el entrenador.