Agencias
Tras una primera temporada parisina lejos de su nivel, Lionel Messi espera volver a ser determinante y alejar el espectro del declive con un doble objetivo: ofrecer al PSG el sueño de la Liga de Campeones y tener el éxito anhelado en su último desafío con Argentina, en el Mundial-2022.
La gira del PSG en Japón, marcada el miércoles por un primer partido amistoso contra el Kawasaki Frontale en Tokio (10h30 GMT), debe permitir ver al “verdadero” Messi, el del Barcelona, no el de su primer año parisino.
Cuando entra en el segundo y último año de su contrato con el club de la capital francesa (que tiene también una temporada suplementaria como opción), el argentino sabe que el tiempo corre en su contra para dejar una huella indeleble de su paso por París.
Hasta ahora, los aficionados del equipo francés han visto a un irreconocible Messi, considerado como uno de los mejores jugadores de la historia.
Con once goles y catorce pases decisivos en 34 partidos, entre todas las competiciones, el balance es flaco para el septuple Balón de Oro y es grande el contraste entre las expectativas suscitadas por su llegada triunfal en el verano de 2021 y su rendimiento sobre el terreno.
A sus 35 años, ¿está Messi acabado? A esta interrogación debe responder la superestrella en el curso de este ejercicio.
Contrariamente a Neymar, cuyo estilo de vida parece no gustar a los dirigentes, el argentino se ha podido beneficiar de una cierta indulgencia debido a su marcha precipitada del club catalán, donde pasó la casi totalidad de su vida de futbolista antes de desembarcar en París.
Pero sabe que esa indulgencia no durará eternamente. Para evitar que su paso por el club francés no se convierta en un fiasco, Messi debe reencontrar todo su esplendor.
Es también una de las misiones del nuevo entrenador, Christophe Galtier, colocar al astro argentino en la mejor disposición, al lado de las otras dos estrellas parisinas, Kylian Mbappé y Neymar. Una tarea que su predecesor argentino Mauricio Pochettino no llegó a lograr.
Tras 45 minutos disputados contra Quevilly-Rouen (L2), con ocasión del primer amistoso de pretemporada ganado por 2-0 por el PSG, el viernes, Messi podría reencontrar a sus dos compañeros de la delantera el miércoles en Tokio. Ateniéndose a la configuración táctica efectuada el lunes por su entrenador, el argentino podría jugar apoyando al dúo Mbappé-Neymar.
Una configuración tentadora, pero que plantea siempre la cuestión del equilibrio defensivo del equipo, sobre todo en Liga de Campeones, que sigue siendo el objetivo último de los propietarios cataríes del club, todavía bajo el shock del revés sufrido en marzo en octavos de final contra el Real Madrid.
Galtier, por su parte, no duda de la resurrección del rosarino.
“Es una nueva vida aquí para él, una nueva vida familiar, una nueva vida de jugador. Hay que tener mucho respeto por alguien que dice, a sus 34 años: ‘Quiero vivir otra cosa’. Todo el mundo no es capaz de hacerlo. Evidentemente, hay un tiempo de adaptación. Lo que he podido ver desde hace diez días, es un jugador totalmente comprometido. El resto, el planeta entero sabe lo que es capaz de hacer”, declaró en una entrevista a L’Equipe publicada el sábado.
Las actuaciones de Messi con Argentina contradicen en todo caso la tesis de un jugador en declive.
Un año después de haber logrado su primer título importante con la albiceleste en la Copa América, Messi estuvo brillante en la “Finalissima”, partido ganado frente a los campeones de Europa italianos (3-0), con dos asistencias. Cuatro días más tarde, firmaba cinco goles en un amistoso contra Estonia (5-0).
Su motivación es latente por la Copa del Mundo (21 de noviembre-18 de diciembre), su probable última gran cita con la selección argentina. Algo bueno también para el PSG, que podrá contar con un Messi implicado para prepararse lo mejor posible para buscar el único trofeo que falta en su inmenso palmarés.