Los finales no siempre son felices, y eso quedó claro en la noche del sábado —o madrugada del domingo— en el Capital One Arena de Washington, durante una edición especial del Saturday Night’s Main Event.
Ante una multitud que colmó el recinto para verlo una vez más, John Cena subió al ring por última vez en una función destinada a quedar en la memoria. Lo fue, aunque no todos obtuvieron la imagen soñada del excampeón despidiéndose con una victoria.
Lejos del rol de héroe invencible que construyó durante décadas en la WWE y que trasladó al cine de acción, Cena terminó rindiéndose ante Gunther, dos veces campeón mundial de peso pesado. Fue un combate duro, físico y cargado de simbolismo.
El duelo comenzó claramente inclinado a favor de Gunther. Cena necesitó del empuje del público para equilibrar las acciones, recordando que, aunque no sea Batman, “Peacemaker” también sabe resistir. Con su clásico Five Knuckle Shuffle y el Attitude Adjustment, el veterano parecía acercarse a un desenlace perfecto, pero Gunther logró escapar y llevó la lucha fuera del ring.
La mesa de comentaristas se convirtió en improvisada lona. Gunther fue azotado contra ella con violencia antes de que ambos regresaran al cuadrilátero para el tramo final de la noche. Allí intercambiaron posiciones sobre las cuerdas, patadas, castigos y movimientos emblemáticos, desatando el éxtasis de una arena que entendía que estaba presenciando algo irrepetible.
Gunther resistió y volvió a tomar el control. Aplicó en dos ocasiones su llave de sumisión. Cena logró escapar del primer intento, pero el segundo fue definitivo. Tras segundos de incredulidad y silencio contenido en las gradas, el excampeón dijo basta. El final no fue feliz, pero sí honesto.
Entonces llegó el momento que selló la leyenda. CM Punk, campeón mundial de peso pesado, y Cody Rhodes, campeón indiscutido de la WWE, subieron al ring, se arrodillaron y colocaron sus cinturones en manos de Cena. La imagen fue poderosa y definitiva.
John Cena levantó los títulos hacia los cuatro costados del ring, escuchó el rugido del público una última vez y ofreció una reverencia final. El saludo del “Marine” cerró la historia de un campeón… y confirmó el nacimiento eterno de una leyenda.