
La historia de Dele Alli es una de esas que duelen. De promesa brillante del fútbol inglés a un presente desolador, marcado por el olvido y la frustración. A sus 29 años, el exjugador del Tottenham vive un momento crítico en su carrera: apartado del primer equipo del Como, su actual club en la Serie A, y sin ofertas firmes sobre la mesa, contempla seriamente el retiro si no encuentra un nuevo destino antes del cierre del mercado europeo.
No se trata de una lesión grave ni de problemas contractuales o personales. Lo que se desmorona es algo más profundo: el derrumbe de una carrera que parecía destinada al estrellato. Un futbolista que alguna vez fue valorado en 100 millones de euros, llenó estadios y vendió camisetas en masa, hoy queda reducido a una aparición de apenas nueve minutos en 2025… y una tarjeta roja por una falta absurda a un viejo compañero.
Fue el 10 de marzo, en San Siro, ante el Milan. Alli ingresó en los minutos finales del partido y fue expulsado poco después por una infracción sobre Ruben Loftus-Cheek, con quien compartió vestuario en la selección inglesa. Esa acción marcó el principio del fin. Desde entonces, no ha vuelto a pisar el campo con la camiseta del Como.
El club, que lo incorporó en enero como una apuesta de Cesc Fàbregas para recuperarlo, le dio la bienvenida con esperanza. Incluso compartía equipo con el joven argentino Nicolás Paz, pero el proyecto se desmoronó rápido. Tras la expulsión, fue marginado de las convocatorias, apartado de los entrenamientos del primer equipo y relegado a prácticas en solitario con otros jugadores fuera de los planes del club.
Aunque su contrato se extiende hasta junio de 2026, todo indica que el vínculo está roto en la práctica. Sin minutos, sin espacio y con el mercado cerrando pronto, Dele Alli se enfrenta a la posibilidad más dura para un futbolista: despedirse del fútbol sin haber llegado a ser lo que prometía.