
A casi 11.000 kilómetros de distancia y a años luz en presupuesto, historia y estructura, el modesto Auckland City desafió toda lógica futbolística. En el Geodis Park de Nashville, este equipo semiprofesional de Nueva Zelanda logró un empate histórico 1-1 ante Boca Juniors, uno de los gigantes del continente sudamericano.
Pero más allá del resultado, lo que emociona es el contexto. Porque no se trata solo de un punto. Se trata de vidas comunes alcanzando un sueño extraordinario. Mientras del lado argentino hay salarios millonarios, del otro hay jugadores que reciben apenas 93 euros por partido. Y sin embargo, resistieron, anotaron y festejaron como si hubieran ganado una final.
Ese punto conseguido en la fase de grupos no solo fue simbólico. Representó una ganancia de un millón de dólares para Auckland City, el ingreso más alto en la historia del club, que será repartido entre jugadores y cuerpo técnico. Para un equipo que participa en una liga regional y cuyos jugadores viven entre entrenamientos y trabajos diarios, se trata de un antes y un después.
“Soy limpiador de piscinas y jacuzzis. Me pedí vacaciones para poder venir. Si no, renunciaba”, confesó con naturalidad el arquero suplente Sebastián Ciganda. El uruguayo, que no cobró ni un dólar por su tiempo en Estados Unidos, refleja el sacrificio y la pasión que sostiene a este equipo.
El autor del gol, Christian Gray, también representa ese espíritu. A sus 27 años, es profesor de educación física en dos escuelas. “Tengo tareas acumuladas del último mes. A eso vuelvo ahora”, dijo entre risas. Su cabezazo, a los 52 minutos, fue el único gol del club en el torneo… pero uno que quedará grabado para siempre en la historia del fútbol de Nueva Zelanda.
La reacción en su país no se hizo esperar. New Zealand Herald calificó el empate como “valioso”; Radio New Zealandhabló de “una de las mayores victorias morales” del club; y el portal Stuff lo describió como “memorable” y “capaz de acallar a los escépticos”.
Porque a veces, el deporte ofrece milagros. Y esta vez, tuvo como protagonistas a unos semiprofesionales de Auckland, que con coraje, entrega y humildad, dejaron su huella frente a uno de los equipos más imponentes del continente.