
En agosto de 2015, hace ya diez temporadas, Roger Federer, el legendario maestro suizo, ocupaba el puesto número 3 del ranking mundial con 34 años. Aún le quedaban temporadas de brillantez, pero en ese momento debía lidiar con la feroz competencia de Novak Djokovic, Andy Murray y, por supuesto, Rafael Nadal.
Fiel a su estilo, Federer siempre buscó perfeccionar cada aspecto de su juego: la volea, el revés, el saque… Sin embargo, aquella vez, casi por casualidad, dio vida a una jugada que se convirtió en un truco revolucionario.
Tras caer en la final de Wimbledon ante Djokovic, Federer se tomó un descanso antes de afrontar la gira norteamericana. Fue en su debut en el Masters 1000 de Cincinnati, frente al español Roberto Bautista Agut (22° del ranking), cuando ejecutó por primera vez el movimiento: adelantarse varios metros al momento de devolver el saque, prácticamente pisando la línea del cuadro de saque, para presionar y desconcertar al rival.
La táctica funcionó tan bien que la repitió durante todo el torneo, incluso en la final contra Djokovic, a quien venció 7-6 (7-1) y 6-3 para conquistar por séptima vez el título en Cincinnati.