
El mundo del deporte extremo está de luto. Liam Byrne, campeón británico de salto base en 2022, falleció a los 24 años mientras practicaba la disciplina que lo apasionaba. El joven escocés perdió la vida tras lanzarse desde la montaña Gitschen, en los Alpes suizos, a más de 2.400 metros de altitud. Un desvío en su trayectoria provocó que impactara fatalmente contra unas rocas, según confirmaron las autoridades locales.
Su familia lo despidió con palabras conmovedoras: “Liam era valiente, no porque no tuviera miedo, sino porque se negó a dejarse dominar por él. Vivió con una intensidad que muchos solo podemos imaginar, y ahora alcanzó el cielo”.
Para Byrne, el salto base no era solo una actividad: era una forma de vida. Desde niño, soñaba con volar como las aves que observaba desde la ventana de su escuela. A los 13 años se lo confesó a su padre. A los 12, ya había escalado el monte Kilimanjaro. A los 16, hizo su primer salto en paracaídas. A los 18, descubrió el wingsuit flying —el vuelo con traje aéreo— y lo adoptó como una “segunda piel”.
Protagonista del documental “El niño que puede volar”, emitido por la BBC en 2024, Byrne compartía su visión de la vida: “No soy un adicto a la adrenalina. La preparación siempre fue clave; cuanto mejor preparado, más control”.
Sus seres queridos destacaron que Liam dejó una huella imborrable no solo por su talento, sino por su generosidad y espíritu libre: “Aunque ya no esté entre nosotros, su recuerdo vivirá para siempre”.