Agencias
Enfundada en un anorak blanco, con casco blanquinegro, y gafas de sol multicolores, Atefeh Ahmadi, la única esquiadora iraní clasificada para los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín-2022, finaliza su jornada de entrenamiento en su pueblo natal, a pies de la montaña Abali, al este de Teherán.
¿Esquiadora e iraní? Cuando en competición explica que defiende los colores de Irán, sus propias rivales le miran con incredulidad.
Algo que hace reír a Atefeh Ahmadi. “Me preguntan si tenemos nieve en Irán. Creen que somos un país desértico como Arabia Saudita. Mientras que incluso en verano podemos practicar este deporte en Damavand o Alamkouh, glaciares a 5.600 metros de altitud”.
Existen varias estaciones de esquí en el país asiático, de las que cuatro, cercanas a la capital Teherán, son muy frecuentadas en la temporada invernal.
Las pistas son mixtas y muchas familias acuden los fines de semana.
“También se quedan sorprendidos al darse cuenta de que las mujeres esquían en un país islámico. Yo les respondo que la religión no impide a las mujeres practicar deporte”, añade. El chador hace imposible la práctica del esquí, por lo que las mujeres optan por el fular o el casco de protección.
De 21 años, prácticamente nació con los esquíes puestos, aprendiendo a deslizarse por la nieve casi antes que a andar. “Normal, mi padre Hassan era miembro del equipo nacional y entrenador de la selección femenina”, explica a la AFP.
“Comencé a esquiar con tres años. Era tan pequeña que no entendía para qué servían esos trozos de madera”, rememora Atefeh.
Aunque su padre la entrenó en la primera pista en Irán, abierta en su pueblo en 1954, es Hadis, su hermana cuatro años mayor, quien le transmitió su pasión.
“Cuando ella comenzó con sus primeras competiciones yo quedaba llorando porque quería ir también”, cuenta la iraní, que estará acompañada en Pekín por dos deportistas del país (esquí alpino y esquí de fondo).