Wayne Rooney, leyenda del Manchester United y de la selección de Inglaterra, reveló el costado más oscuro de su vida personal al hablar abiertamente sobre su adicción al alcohol. En una entrevista con su excompañero Rio Ferdinand, el exdelantero de 39 años confesó que llegó a un punto límite y que fue su esposa Coleen quien lo salvó de caer en el abismo. “Si no fuera por mi esposa, estaría muerto”, resumió Rooney con crudeza.

El exgoleador explicó que en sus primeros años de fama la presión lo llevó a refugiarse en la bebida. “Cuando tenía poco más de 20 años, me quedaba en casa varios días, bebía hasta casi desmayarme. No quería estar con nadie porque me sentía avergonzado, como si hubiera defraudado a todos. El alcohol fue mi vía de escape”, reconoció.

Detrás del ídolo que brillaba con la camiseta número 10 del United y que era capitán de Inglaterra, había un joven atrapado en la soledad y la autodestrucción. En ese contexto, Coleen se convirtió en un sostén fundamental. La conoció en Croxteth, Liverpool, antes de la fama, y desde entonces lo acompañó en todas las etapas. “Ella veía cómo era mi mente, sabía que era diferente. Si no hubiera estado ahí, estaría muerto”, admitió Rooney.

Ese apoyo no estuvo exento de dificultades: la pareja atravesó escándalos mediáticos, infidelidades y problemas con la justicia relacionados con el alcohol. Aun así, Coleen apostó por mantener a la familia unida. “Cuando tomás esas decisiones, tenés que centrarte en lo que querés y no en lo que dicen los demás. Yo elegí quedarme y pelear por mi familia”, expresó en otra ocasión.

Hoy, tras superar esos momentos oscuros, Wayne y Coleen disfrutan de la estabilidad junto a sus cuatro hijos: Kai (15), Klay (11), Kit (8) y Cass (6), con la unidad familiar como prioridad.