
Con el sabor amargo aún presente por la eliminación ante el París Saint Germain en el Mundial de Clubes y la preocupación por la lesión de Jamal Musiala, el Bayern Múnich vivió otro momento clave en su historia: Thomas Müller anunció su retiro del club bávaro, cerrando una etapa gloriosa que lo convierte en leyenda del fútbol alemán.
Durante 17 temporadas en el Bayern, Müller encarnó la fidelidad y el compromiso. Elegante, versátil e indescifrable en su posición —a veces centrocampista, otras veces falso nueve—, el futbolista nacido en Weilheim-Schongau, Baviera, debutó profesionalmente en 2008 con solo 19 años. Desde entonces, fue testigo y protagonista de los mejores y más desafiantes momentos del club en el siglo XXI.
Müller elevó un apellido con tradición en Alemania. Lejos de las comparaciones, supo construir su propio legado, tan imponente como el de figuras históricas como Gerd Müller, Hansi Müller o Dieter Müller. Hoy, con 35 años, no se vislumbra aún un heredero claro para su legado en la selección ni en su club.
Su crecimiento coincidió con una etapa de transformación para el Bayern. En sus primeros años, el club se vio superado por el Wolfsburgo y el Borussia Dortmund en la Bundesliga. Sin embargo, a partir de 2013, con Jupp Heynckes al mando, Müller y el Bayern conquistaron el triplete (Bundesliga, Copa y Champions League), iniciando una era de dominio que incluyó once títulos consecutivos en liga y otra temporada de triplete bajo el mando de Hansi Flick.
A lo largo de los años, Müller fue dirigido por entrenadores de talla mundial: Ottmar Hitzfeld, Louis van Gaal, Pep Guardiola, Carlo Ancelotti, Niko Kovač, Hansi Flick y Julian Nagelsmann. Con todos ellos fue pieza clave. En total, conquistó más de 30 títulos con el Bayern, incluidos dos Champions League y una Copa del Mundo con la selección alemana en 2014.
Más allá de sus estadísticas, Müller fue sinónimo de inteligencia táctica, lectura de juego y eficacia. Nunca fue el más rápido ni el más técnico, pero sí uno de los más inteligentes dentro del campo. Siempre supo estar en el lugar correcto, en el momento justo.
Su carácter directo, a veces confundido con arrogancia, también lo convirtió en una figura mediática. Brilló tanto en la cancha como en la sala de prensa, y su presencia siempre fue aire fresco para la selección alemana.
Con el paso del tiempo, su rol en el equipo fue cambiando. De figura indiscutible pasó a ser un recurso valioso, aunque ya sin el protagonismo de antes. Su retiro marca el fin de una era en el Bayern y deja abierta la incógnita sobre su futuro, con rumores que lo vinculan al fútbol de Estados Unidos.
Se va un símbolo. Se va Thomas Müller, pero su legado quedará grabado en la historia del Bayern Múnich y del fútbol mundial.