Agencias
El béisbol es el gran pasatiempo nacional en Estados Unidos pero en Nueva York un club de críquet celebra 150 años gracias a las populosas comunidades de inmigrantes de la ciudad.
Fundado en 1872 por oficiales del ejército británico y agentes de bolsa de Wall Street, el Staten Island Cricket Club (SICC) lleva en activo ininterrumpidamente desde entonces, lo que le convierte en el más antiguo del país.
A lo largo de estos años ha acogido a algunos de los nombres más célebres, como Don Bradman, Geoffrey Boycott y Garry Sobers.
“En un país donde el críquet es un deporte minoritario, tener un club que ha sobrevivido al paso del tiempo es motivo de orgullo. No ha sido fácil”, reconoce el presidente Clarence Modeste, de 92 años.
SICC ha sobrevivido dos guerras mundiales, un incendio que redujo a cenizas el edificio del club y la pandemia de covid-19. También ha tenido que conformarse con unas instalaciones rudimentarias y ha padecido la indiferencia de las autoridades locales.
Antes de cada encuentro, en el césped del club, en Walker Park, que gestiona la ciudad desde la década de 1930, los jugadores colocan un trozo de lona estrecho y largo (wicket) y tres palos a golpe de martillo.
El crecido césped del campo obliga a los bateadores a levantar la bola en vez de golpearla a ras del suelo como aprendieron la mayoría de los 80 miembros del club en su juventud.
“No puedes hacer un bonito ‘cover driver’ (un golpe). No irá a ninguna parte”, lamenta Charu Choudhari, de 66 años, que hace dos horas de trayecto desde su casa de Long Island para jugar.
Un sendero marca los límites y los árboles se interponen en la trayectoria de las bolas. Solo se permite el boleo desde un extremo tras las quejas de los vecinos por las pelotas que caían en sus jardines.
“Este es el tipo de limitación que tenemos”, dice Modeste, que espera convencer al departamento de parques para que levanten una red de 12 metros de alto para que se puedan utilizar ambos extremos.
Cuando Modeste, nacido en Trinidad y Tobago, se adhirió al SICC en 1961, en torno al 90% de los miembros eran blancos -la mayoría británicos, y algunos australianos, neozelandeses y sudafricanos.
Actualmente, la mayoría son personas de países que adoran el críquet como India, Pakistán y Sri Lanka y el Caribe.
Para muchos, el club les traslada a sus países de origen.
“Significa todo para mi. Cuando juego críquet siempre recuerdo mi país”, dice Sunil Nayyar, 50 años, que llegó a Estados Unidos procedente de Nueva Delhi hace 30 años.
Uno de los socios del club es uno de los dos únicos jugadores nacidos en Estados Unidos, Billy Teague, de Staten Island. A este hombre de 60 años le hubiera gustado saber de la existencia del club cuando era joven.
“Creía que era parecido al cróquet. Me parecía un juego peculiar y extraño y ahora me encanta”, dice.
El críquet fue popular en Estados Unidos a partir de 1800 pero se eclipsó a medida que su primo el béisbol ganaba popularidad, en parte porque era más rápido.
Actualmente hay 200.000 ‘criquetistas’ en Estados Unidos, según el ente regulador USA Cricket, lo que representa menos del 1% de la población.
Estados Unidos albergará el campeonato mundial masculino en 2024. Las autoridades competentes esperan que esto contribuya a aumentar su popularidad.
Pero Modeste cree que el críquet solo crecerá en el país del béisbol si se introduce en los colegios. El SSIC tiene un programa desde los cinco a los 18 años.
“Mientras solo jueguen migrantes y no locales, será muy difícil que a este deporte le llegue el éxito con el que todos soñamos”, dice.
Con unos 100 encuentros cada fin de semana durante los meses más cálidos, la Ciudad de Nueva York es la cara más dinámica en todo el país.
El SICC es principalmente la razón. Además de las ligas internas, el club da la bienvenida a jugadores extranjeros y realiza sus propias giras al extranjero.
Batear al gran Bradman fue parte del equipo australiano que jugó en el Walker Park en 1932 mientras Sobers lideró a nivel internacional en 1988.
Este fin de semana, SICC celebrará su sequiscentenario con una placa y un encuentro contra un equipo de Filadelfia.
Modeste atribuye la longevidad del club a los inicios estables y el reconocimiento internacional.
“El club es conocido en todo el mundo y seguiremos tratando de que así sea”, concluye.