Agencias
A pies de los Alpes, el pelotón del Tour de Francia recupera fuerzas en el departamento de Alta Saboya (este) después de nueve días de carrera que han clarificado la jerarquía por el maillot amarillo, con un Tadej Pogacar más favorito que nunca a revalidar su triunfo en París.
El esloveno, muy sólido desde el inicio del Tour en Copenhague el 1 de julio, deberá vigilar a sus rivales por el maillot amarillo, pero también deberá cuidarse de otros eventuales riesgos extradeportivos.
El covid-19, que eliminó el sábado al noruego Vegard Stake Laengen, le privó de un compañero muy útil para las etapas llanas, el sector de la carrera que puede revelarse con más trampas para el vigente doble campeón.
Al igual que el conjunto del pelotón, Pogacar dio negativo en el test de detección practicado por la Unión Ciclista Internacional (UCI) el domingo al término de la 9ª etapa. Pero la nueva ola de coronavirus, con un fuerte incremento de casos en Francia, mantiene la espada de Damocles sobre el pelotón.
“Lo que puedo decir es que tenemos mucho cuidado, con un corredor por habitación. Esperamos seguir en seguridad”, aseguró el líder de la general. Pero, según el francés David Gaudu, quinto, “no estamos al resguardo de nada”. “El riesgo da miedo, hay que vivir con ello y no prestarle atención”, añadió el primer corredor galo en la general.
Otro riesgo que se presenta para el nuevo ‘caníbal’ del pelotón, que nunca se ha sentido cómodo en condiciones climáticas difíciles, son las altas temperaturas anunciadas para los próximos días. A menudo por encima de los 30 grados y hasta los 38 grados el próximo domingo en Carcasona (sur).
Por el momento, Pogacar mira a las dos grandes etapas de los Alpes, después de un contacto suave por la ruta hacia Megève el martes. El Col du Granon (el miércoles) y después el Alpe d’Huez (el jueves) conforman un díptico a la medida de un corredor como él, dominador el año pasado en las diferentes llegadas en alto y autor de una ‘razzia’ en las jornadas en los Pirineos.
“Las dos etapas son muy duras”, analizó el maillot amarillo en respuesta a una pregunta sobre cuál de las dos será más importante. “El Granon y ese día está también el Galibier, una subida muy larga y en altitud. Pero yo creo que el Alpe d’Huez, precedido de la Croix-de-Fer, es la etapa reina”.
Con cinco ascensiones históricas con la etiqueta de “categoría especial” (entre ellas el Galibier por sus dos vertientes con 24 horas de intervalo), el menú alpestre se anuncia más que consistente. Sin duda decisivo para la mayoría de los candidatos al podio o a la victoria final, como son los casos de Pogacar y de su inmediato perseguidor, el danés Jonas Vingegaard.
A sólo 39 segundos, Vingegaard ha sabido resistir la voracidad del esloveno, que no ha cesado de intentar marcar la diferencia. Ganador de dos etapas (Longwy, la Planche des Belles Filles) y tercero en Lausana, Pogacar acumuló 18 segundos de bonificaciones respecto a Vingegaard. Lo que indica que las diferencias sobre el asfalto no son insalvables para el corredor del equipo Jumbo.
“Jonas está muy fuerte, vamos a batallar, pero hay otros corredores que no están lejos en la clasificación. Las diferencias no son tan importantes como para que eso se resuma en una batalla entre él y yo”, estima Pogacar, como casi siempre relajado y sonriente en las salidas y llegadas de las etapas.
Su resistencia contra la presión, que recuerda a la leyenda del atletismo Usain Bolt, supone un plus en una carrera de tres semanas, un desafío físico pero también mental.