Agencias
Ambos proceden de países con poca tradición tenística, pero el noruego Casper Ruud (N.8) y el danés Holger Rune (N.40) han hecho historia al alcanzar los cuartos de final de Roland Garros, ronda en la que se enfrentarán los dos tenistas nórdicos y el ganador podrá seguir soñando con conquistar París.
Quizás por su discreción, Ruud es un desconocido para el gran público, pero no así para los aficionados al tenis. En septiembre pasado ya hizo historia para su país, al ser el primer noruego en entrar en el Top 10, más alto de lo que había llegado su padre, Christian Ruud (que llegó al puesto 39º de la ATP en 1995).
Era el premio a su gran temporada, con cinco títulos en 2021, siendo el segundo tenista con más trofeos la temporada pasada, solo superado por Alexander Zverev.
Ruud, 23 años, cerró 2021 con 57 victorias, de las que 28 fueron en tierra batida, por solo 5 derrotas, presentando el mejor balance de un jugador en tierra.
Todo ello le permitió jugar el Masters, donde llegó a semifinales.
El año 2022 no comenzó bien, encadenando problemas físicos (lesiones de tobillo y abdomen, además de operarse de las muelas del juicio) que le impidieron jugar el Abierto de Australia, pero luego ha sumado buenos resultados hasta llegar a París.
Títulos en Buenos Aires y Ginebra, semifinal en Roma, dos cuartos en Múnich y Barcelona (todo en arcilla), sin olvidar una primera final de Masters 1000 en Miami, donde perdió ante el español Carlos Alcaraz.
Ruud idolatra a otro tenista español: Rafael Nadal. “Cuando ganó aquí en 2005, yo debía tener seis o siete años y quería estar en su lugar”.
Y desde 2018, el noruego se entrena en la academia que el mallorquín tiene en su isla natal: “Poder pelotear con él me ha ayudado mucho para alcanzar el nivel al que estoy hoy”, reconocía el año pasado.
También parece que ha aprendido del español la humildad, como en el partido de primera ronda, contra Jo-Wilfred Tsonga, cuando dejó todo el protagonismo al francés, que se despedía del tenis.
“Mi juego no es de los más espectaculares, algunos podrían decir incluso que es aburrido (…) Trato de ser sólido y hacer lo que sé hacer”, admite un Ruud que al comienzo de su carrera también tenía complejo de inferioridad por proceder “de un pequeño país a nivel tenístico”.
“Nunca tuve claro que pudiese lograr grandes cosas, pero en este momento siento que me estoy acercando. Ganar Roland Garros sería cumplir un sueño de niño”.
A la sombra de Alcaraz, el gran fenómeno tenístico de la temporada, que está batiendo récords de precocidad, comienza a hacerse un nombre otro chico nacido en 2003: Holger Rune.
El danés comenzó 2021 siendo el N.474 de la ATP y un año y medio más tarde ya es 40º, con la seguridad de que seguirá subiendo puestos dado sus buenos resultados en Roland Garros.
El joven Rune llegó a París con su primer título recién conseguido, en Múnich, ganando en octavos en dos sets al alemán Alexander Zverev (N.3).
Algo que ya tiene en común con Alcaraz, que batió al germano en la final del Masters 1000 de Madrid, aunque el español también superó a Nadal y Djokovic en las rondas precedentes.
El gigante (1,88m) rubio y ojos claros ya había comenzado a dar que hablar meses antes, cuando logró ganarle el segundo set a Djokovic en el US Open, el primer Grand Slam que disputaba. Y también llamó la atención por saltar a la cancha… ¡con una bolsa de Ikea!
El danés, por el momento, lleva una carrera menos meteórica que Alcaraz, al que conoce bien por haberse enfrentado “una docena de veces en juniors”, categoría en la que ganó Roland Garros en 2019.
Incluso circula por las redes sociales una foto de ambos jugando juntos un torneo de dobles hace unos cuatro o cinco años.
Pero comparte con el español su estilo agresivo de juego, su intensidad en cada punto y su dominio de la escena, levantando el puño o gritando cada punto conseguido, lo que les hace ser muy queridos por los aficionados.
Y también tiene en común con el español su debilidad por las dejadas, un golpe espectacular que en los últimos años los tenistas habían dejado de usar, prefiriendo pegar más duro a la pelota.
“Siempre ha sido un golpe que me ha gustado. Creo que a él (Alcaraz) también. Me gusta hacerlo, sobre todo de revés y también especialmente en tierra, cuando el rival está muy atrás. Eso me permite variar y no solo golpear duro como hacen la mayoría (…) También es divertido de ver”, ha explicado.
Mucha gracia no le debió hacer a Stefanos Tsitsipas, al que en el partido de octavos le hizo 32 dejadas que acabaron desquiciando al griego.