Agencias
El Giro regresa hoy con la 16ª etapa, la etapa reina por su desnivel global, al inicio de la tercera y última semana de la ronda italiana, que concluirá el domingo en Verona.
Tres duras subidas figuran en el largo recorrido de 202 kilómetros que llevan a Salo, junto al lago de Garde, en la estación de Aprica. El Goletto di Cadino como aperitivo, el mítico Mortirolo como plato principal, y el desconocido Santa Cristina por último, donde tanto sufrió Miguel Induráin en 1994.
El Mortirolo, uno de los puertos más duros de Europa, se subirá en esta ocasión por la vertiente sur, que habitualmente se reserva al descenso (12,6 kilómetros al 7,6%). Pero la subida se complica con una bajada muy técnica, sobre todo en caso de tormenta. En cuanto al Santa Cristina, una carretera estrecha, se ubica a menos de 7 kilómetros de meta.
Segunda etapa de montaña en dos días. Las principales dificultades, que no las únicas, se concentran en los 50 últimos kilómetros, que probablemente aborde una escapada.
Dos puertos de primera categoría se presentan en el menú: el Vetriolo y el Menador, también llamado Monterovere (7,9 km al 9,9%), cuya cumbre se halla a 1.261 metros de altitud y está situado a menos de 8 kilómetros de meta.
Después de una última ocasión para los velocistas (el jueves en Trévise) y una jornada de media montaña cerca de la frontera eslovena (el viernes en el santuario de Castelmonte), los escaladores medirán sus fuerzas en el penúltimo acto del Giro. La 20ª etapa incluye tres puertos históricos, el San Pellegrino, el Pordoi, puerto más alto de esta edición (2.239 m de altitud), y el Fedaia en conclusión.
Esta última subida (14 km al 7,6%), en la que Marco Pantani llevó al KO al suizo Alex Zülle en el Giro 1998, lleva al corazón del macizo de la Marmolada por una espectacular carretera en medio de paisajes sobrecogedores.
La segunda contrarreloj de esta edición recorre el circuito utilizado en los Mundiales de 1999 y 2004. El trazado de 17,4 kilómetros sube a la colina de Torricelle (4,5 km al 5%) antes de regresar a la ciudad de Romeo y Julieta.
El final en las célebres arenas entró en la historia del Giro en 1984, cuando el italiano Francesco Moser se impuso el último día en detrimento del francés Laurent Fignon. Más recientemente, en 2019, Richard Carapaz había asegurado su primera victoria en el Giro al final de una contrarreloj similar.