enero 28, 2022
Agencias
Pocos deportistas vivos inspiran tanta devoción como el japonés Yuzuru Hanyu, cuyos seguidores examinan todos sus gestos y acciones, gastan fortunas para verle patinar y al que incluso comparan con Cristo o Buda, y que se presenta como una de las estrellas de los Juegos de Invierno de Pekín (del 4 al 20 de febrero).
“Es fuerte y carismático, pero a la vez transmite una sensación de ser efímero”, asegura Yumi Matsuo, 46 años, una de las más fervientes animadoras de Yuzuru Hanyu, que en la capital china buscará su tercer título olímpico consecutivo en patinaje artístico, una proeza en su disciplina.
“Es como si pudiera desaparecer en cualquier momento”, añade esta profesora de Artes Plásticas de Niigata (noroeste de Japón), que ya ha realizado varias obras de arte representando a su ídolo, entre ellas una figura de madera que esculpió “con un sentimiento similar al de hacer una estatua de Cristo o de Buda”.
Su ídolo ha aportado “luz y color” en su vida, asegura Matsuo, que forma parte de la legión de seguidores, sobre todo mujeres, que se hacen llamar ‘fanyus’, en un juego de palabras con el nombre del patinador y ‘fan’.
Una de las tradiciones de las ‘fanyus’ es la de lanzar peluches del oso Winnie a la pista de hielo tras cada actuación de su ídolo: un rito que nació de la costumbre del patinador, grácil y alargado, de tener siempre con él una caja de pañuelos con la imagen de este personaje infantil.